Acoso escolar

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El acoso escolar o bullying es un fenómeno de violencia entre iguales en una relación desigual de poder, consistente en la intimidación, el aislamiento, la amenaza, la agresión verbal o física de carácter continuado sobre una o varias personas víctimas. Puede tener lugar en cualquier etapa educativa y en centros educativos de cualquier tipo. Las características para diferenciar un episodio de acoso escolar de otras conductas violentas son:

  • Intencionalidad por parte de la persona agresora basada en la percepción subjetiva de la víctima.
  • Repetición en el tiempo.
  • Desequilibrio de poder: una desigualdad física, psicológica o social provoca que la víctima no pueda defenderse por sí misma.

Tener una orientación sexual no heterosexual o transgredir las normas de género son dos de los motivos más comunes de acoso. Cuando a una persona se la acosa por estas razones, hablamos de acoso escolar LGTBfóbico.

En el acoso escolar LGTBfóbico las personas agresoras se sirven de la homofobia, el machismo y el heterosexismo para llevar a cabo las agresiones. El acoso escolar LGTBfóbico supone la deshumanización de la víctima, que necesitará ayuda para salir de esta situación de maltrato. Este fenómeno merece ser analizado de forma concreta, pues posee una serie de características específicas que incrementan su complejidad con respecto a otras tipologías de acoso escolar.

  1. Incluye a personas LGTB y no LGTB: no sólo las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans pueden ser víctima de este acoso (por su orientación sexual y/o su identidad de género) sino que cualquier persona de la que se sospeche que pertenece a ese colectivo o con expresión de género no normativa es susceptible de sufrir acoso escolar LGTBfóbico.
  2. Temor a sufrir discriminación: las agresiones no sólo afectan a las personas LGTB, sino también a aquellas personas que les apoyan. Esto provoca que en muchas ocasiones, aunque el entorno de iguales sea consciente del acoso, no emprenda ninguna acción al respecto por temor a ser tildados también de no heterosexuales y convertirse así en víctimas de acoso.
  3. El rechazo familiar o la falta de apoyo específico y explícito ante las sexualidades no normativas: provoca que el alumnado LGTB no verbalice en casa el acoso al que está siendo sometido por temor a que no les acepten en su núcleo familiar.
  4. Normalización de la LGTBfobia: el profesorado a menudo minimiza la gravedad de la situación de acoso, convirtiéndose en cómplice por omisión. Se considera el uso de insultos homófobos y tránsfobos “un juego” o “una tontería”, como si no tuvieran relación con la orientación sexual o la identidad de género.

Invisibilización de la realidad LGTBI: como producto de la heteronormatividad se presupone que todas las personas son heterosexuales y se tiende a no incluir en los recursos educativos la realidad de las relaciones LGTB o las familias homoparentales. Esto provoca la interiorización negativa del autoconcepto en el alumnado LGTB, fomentando la LGTBfobia interiorizada.